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Instagram, Facebook o YouTube están llegando a su fin. La interacción social es aburrida y cada vez más usuarios recurren a entornos más inteligentes para divertirse. La sobreexposición a contenidos de poco valor, carentes de originalidad, el intrusismo laboral o las graves enfermedades entorno al uso de estas redes digitales, son las principales causas.

Colocamos la ansiedad como la principal enfermedad entorno al uso abusivo de este canal, ya en obsolescencia. Las redes sociales, como las denominan los community manager de poco conocimiento, ya existían antes de que estas aplicaciones crearan patrones ficticios de famoseo. Y es que las redes sociales son todas, tanto las digitales como las físicas y no son más que la vinculación a otro individuo con seis grados de proximidad en el mundo físico, mientras que en el digital se reduce al mínimo exponente, pudiendo conectar directamente con cualquiera.

Cualquiera, precisamente, es el termino de la vulgaridad de los contactos, es decir, si puedes contactar con cualquiera entonces esa red de contactos carece de valor, porque, el verdadero valor es contactar con targets exclusivos que aporten verdaderas correlaciones y dejar de jugar a ser famosos.

Otro factor influyente en la debacle de Facebook, Intagram o YouTube es el intrusismo laboral, cualquiera puede crear contenidos sin estar calificados. El intruso, investiga en el porfolio comercial de quien tiene como referencia, copia tan flagrantemente su estrategia y sale corriendo a convertirse en su rival, al menos eso cree. Todo ello ocasiona la creación masiva de contenidos de poco valor, repetidos por doquier que hacen reinar el aburrimiento y todo por culpa de un vacío legal en las leyes digitales que sancionen de forma contundente a estos ladrones. 

Por suerte, la llegada del metaverso, el gran espacio donde reina la inteligencia, solo accederá a crear contenidos quien tenga un alto conocimiento para poder crear, educar y divertir.